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"El agotamiento se impone tras la promesa de la alta velocidad" | EL PAÍS América Colombia

Cuando un presidente se refiere a la construcción de un tren de alta velocidad (TAV), es natural que la gente suponga que el gobierno jugará un papel proactivo. Si el mandatario se limita a hacer recomendaciones sin fundamento, como semillas de diente de león llevadas por el viento, sería más apropiado que esas ideas y propuestas se soltaran en algún rincón del Palacio en lugar de ser expuestas ante un público que cree entender lo que el presidente afirmó que no afirmó.

En discurso desde La Guajira, después de hablar del tren bala o de alta velocidad, el presidente (según el trino en que aclaró sus palabras originales) aseguró: “No propuse un tren bala. Propuse llegar a una concertación con el concesionario para usar la línea de tren entre Albania y Bahía Portete, en el norte guajiro. Dije, por la rectitud de la línea, que se podía usar allí hasta trenes de alta velocidad”.

Le asiste la razón al presidente, quien por lo general pone sobre la mesa cuestiones para mejorar la calidad de vida de la gente. Sucede, eso sí, que las cosas que sueña en voz alta el presidente tienen un aire de línea recta que, al aterrizarlas, son un manojo de curvas que dificultan concretar esas nobles intenciones. Varias consideraciones sobre el tren posible, pero improbable, en La Guajira: